¿Qué es esto?


La vida es un cambio constante, solo queda adaptarte.



jueves, 3 de agosto de 2017

Memorias de un parto

Semana 38, en casa y en guardia, sólo esperando.
El miércoles antes de parir (a mi esposo no le gusta la palabrita), tuve mi último chequeo médico. Todo iba progresando bien: bebé encajada, placenta en buen estado, suficiente líquido amniótico y el gran protagonista señor cuello uterino borrándose, pero aún posterior. ¿Qué es eso?,  ¿Otro reto para mi y otra cosa más en qué pensar?.
Revisé mis libros y tanto ellos como mi doctor decían que no había de qué preocuparse, en multíparas (o sea que tuvo más de un parto) el cuello se pone anterior hasta una semana antes de la fecha probable (semana 39 aproximadamente). 
Desterré cualquier preocupación de mi cabeza, me puse en posición "aaaoooommm a mi nada me nada nadie" y seguí. 

Era Semana Santa, así que según mi doctor, tenía para rato pero igual quería estar seguro porque se iría a Mala a pasar el feriado. 

Ese jueves quedamos en salir al parque con mi prima Paola, Rami, el Awelo y Santi. 
Era lo que necesitaba, un poco más de relajo los últimos días. 
Jugamos un rato en el parque, luego fuimos a su casa a almorzar y nos dijeron para pasar el viernes en Mala en la granja de un amigo del Awelo. No lo pensamos dos veces y aceptamos. Total, si algo pasaba, mi doctor estaba en Mala también 😝.

Salimos (no tan temprano porque el Awelo se fue a poner regio a la pelu... sí, que antojo, en Viernes Santo) y llegamos a la hora del almuerzo.

Sombrero roto 😕
Pasamos un lindo día, riéndonos un montón. Los chicos jugaron en la "piscina", con los animales y corretearon en libertad.

Rami asomando
Conversaciones profundas
Paseo con gansos (Foto por Paola Argüelles)
Felicidad
Amor

Y tapón mucoso cayéndose!! (Foto por Paola Argüelles)

Así como leen. Mi trabajo de parto empezó en Mala durante la tarde. Fui al baño y ahí estaba el tapón, cayéndose. Sentía contracciones también, pero no tenían ni ritmo ni patrón, así que pensé que podía venir al día siguiente como en el transcurso de la semana. 

Salimos ya de noche del lugar y llegué a casa bastante cansada pero contenta. Las contracciones seguían. Me dormí.

Esa noche tuve un sueño, soné que desperté y que la cabeza de Vera estaba entre mis piernas, lista para dar el pujo final y que nazca, podía tocarla con mis manos y sentí mucha paz. En ese momento supe que nacería ese día. Era sábado. 
No me asusté ni alarmé. Tomé esa premonición con amor y me eché a descansar durante la mañana y parte de la tarde. Avisé a mi doctor y me dijo que esté atenta a mis contracciones y que lo actualice cada cierto tiempo.
Alrededor de las 4 p.m., le escribo a mi doctor y le cuento que el tiempo entre contracciones se estaba acortando.  
Me baje una app para contar contracciones y aun no tenían mucho ritmo a esa hora. Eran cada 10-15 minutos. Así estuve hasta casi las 9 p.m.
Para entretenerme, me puse a limpiar la cocina, lavar platos, trapear, ordenar mi cuarto y así entre ayudín a la grasa le pone fin y limpia todos, mis contracciones se presentaron cada 5-10 minutos. No sentía dolor, solo la sensación de cólico menstrual. 


A las 9:30 p.m. mi doctor me dijo que como ya estaban bastante cercanas, podía ir a la clínica para que me revisen. Llegué a la clínica alrededor de las 10 p.m. y caminando. Subí al tercer piso y las obstetras y el médico de turno me atendieron. Estuve casi una hora con el monitor. Me hicieron un "tacto" y no estaba dilatando, mi cuello seguía posterior. ¿Y ahora? 🙈 Nada, solo ir a casa a esperar o quedarme ahí. Decidí irme a casa y me dijeron que vuelva cuando sienta el doble de dolor y las contracciones sean cada tres minutos.

Llegué a casa a las 11 p.m., así que cogí mi pelota y empecé a recibir las contracciones sentada ahí. Cada minuto el dolor se hacía más intenso y las contracciones se acortaban. La pelota ya no me ayudaba mucho. Me arrodillé y estuve a gatas un rato, apoyada en la pelota, me mecí, vocalicé un fuerte aaaahhhhh. Esa posición ya no me ayudaba tampoco. Me colgué de Lucho, mi esposo. Nada. Me eché de lado y eso pareció calmarme. Trataba de mantener mis respiraciones y de vocalizar pero el dolor lo sentía cada vez más intenso y entré un poco en pánico. Sentí la necesidad de que alguien presionara mi vientre hacia arriba en cada contracción pero no se me ocurrió usar un rebozo o algo similar. 
Pedí casi a gritos ir a la clínica, el dolor me resultaba insoportable. Nada de lo que hiciera me estaba ayudando. Solo entraba en calma cuando Lucho me pedía que me enfoque y que respire mientras me daba la mano, pero sentía que en cualquier momento la bebita podía nacer.

Llegamos a la clínica alrededor de la media noche y subí al tercer piso en silla de ruedas. No había pasado ni una hora desde que me fui y al revisarme estaba en 4 de dilatación y mi cuello ya estaba anterior. Llamaron a mi doctor para que venga a la clínica. Sentía mucho dolor.

Me colocaron la epidural cerca de la 1 a.m. y estuve tranquila  hasta casi las 2 a.m. Mi doctor llegó a esa hora y ya estaba en ocho de dilatación. Al parecer, me estanqué ahí, claro, la anestesia hace retrasar el parto, así que me sugirieron colocar oxitocina. Dudé un poco, pero como ya estaba con  anestesia, accedí. Me arrepentí a los treinta segundos. A pesar de la anestesia, el dolor se intensificó. Mi cuerpo metaboliza todo muy rápido, así que pegué un grito y le dije a la obstetra "¡sácame eso en este momento!"  La obstetra retiró la medicación pero el dolor continuaba. El efecto de la anestesia se había ido. 

Pedí a gritos otra epidural, pero mientras venía el doctor, el dolor seguía y fue ahí cuando entré en real desesperación. Solo me calmaba cuando venía Lucho y me ayudaba a enfocarme y a respirar. Le pedía que por favor me ayude. La anestesia se estaba demorando en hacer efecto y en ese momento solo pedía que me quiten el dolor hasta que entré en una especie de trance. De pronto el dolor se convirtió en algo similar al valor. Lo seguía sintiendo pero ya no me daba miedo.  Mi doctor me decía que lo mirara, el dolor se controlaba. Ya había pasado casi una hora. Eran casi las 3 a.m.

Sentí ganas de pujar y me dijeron que puje  si quería hacerlo (tenía en la cabeza la idea del parto con un pujo dirigido como fue el primero y me esperaba que me dijeran que no puje aun, pero todo fue muy respetuoso). Pujé cada vez que tuve ganas hasta que mi bebita coronó. 

Hasta ese momento no había "roto fuente". El saco amniótico estaba intacto y pude sentirlo. Pedí a mi esposo que tome una foto y ahí lo vi. Nacarado, traslúcido. Tuvieron que cortarlo (siempre previa información) porque Vera, mi bebé, venía con una vuelta de cordón al cuello. Era necesario retirar el cordón de su cuello ni bien naciera para evitar que se estrangule y le falte el oxígeno (hasta ese momento su fuente de oxigeno era la placenta) mientras salga por el canal, ya que no se puede determinar el largo del cordón y al salir el bebé puede jalarlo.
Muy a mi pesar, tuve que estar de acuerdo porque según ciertas creencias, las personas que nacen con el saco intacto tienen mucha suerte en la vida. Ella había elegido nacer así, pero no quise correr riesgos. Busqué información si la maniobra estuvo sustentada o pudo nacer así, con su saco, pero no encontré nada al respecto.  

Luego todo vino muy rápido. El dolor continuaba pero se aminoraba con cada pujo. La anestesia nunca hizo efecto (lo cual agradecí). Cada contracción me acercaba a tener a Vera en mis brazos y pude sentir como poco a poco iba bajando. Pedí que me pongan lo más vertical que toleré, me agarré de los estribos y la pujé, solo me dejé llevar (primero la pujé tal cual mi instinto, sin tomar aire y aguantarlo mas bien soltando aire, pero no estaba funcionando así que tuve que volver al pujo tal cual me habían enseñado, tomando aire). Sentí mucha euforia, algo así como un éxtasis y de pronto una sensación de quemazón en el periné. 
Literalmente sentí como si me estuviera quemando y grité: ¡Me quema, me quema!*. Sentí cómo me estaba abriendo por dentro y lo que vino después fue una mezcla de euforia, emoción y alegría. Es increíble cómo el dolor puede ser hermoso. Así lo sentí, un dolor maravilloso. Es muy difícil de explicar.
Ni bien su cabecita salió, dio su primer llanto. Cuando terminó de salir, lo único que quise fue tenerla conmigo y dije: ¡Dame a mi hija! y extendí los bazos.

Y ahi están mis manos, queriendo tomarla. 

Eran las 3:01 a.m. del domingo 16 de abril (en la clínica lo anotaron como 2:58 a.m.). Me la dieron antes de las 3:02 (esos segundos me parecieron eternos). 
Estuvo conmigo alrededor de 10 minutos piel con piel. Lloró un poco y no quiso lactar. No podía creer el milagro que acababa de ocurrir. Vera era perfecta, tan pequeña.   
Se la llevaron junto a mi cama por unos 15 minutos para examinarla, tenía hipotermia, por lo demás todo estaba bien. Cuando me la devolvieron estaba vestida, no pude continuar el piel con piel con ella por su hipotermia y a pesar de que la clínica promueve el contacto piel con piel, en casos de hipotermia visten a los bebés. Al menos eso fue lo que me dijeron en neonatología. Eran las 3:31 a.m. y empezó a lactar ni bien la coloqué en mi pecho. Tuvo un agarre muy fuerte y estuvimos casi hasta casi las 5 a.m. que nos quedamos dormidas. 


Y ahi estamos, empezando por segunda vez. 

Mi parto fue hermoso, así con todo y epidural y oxitocina porque yo lo decidí así. Hermoso porque a mi hija la pujé, la grité,  pude sentir todo y estuve plenamente consciente. No fui víctima de violencia obstétrica esta vez. No hicieron ninguna maniobra sin informarme primero. Hermoso porque pude superar mis miedos, vencí a la Rocío que pensaba que no podía y fui la protagonista de mi parto. No me separaron de mi hija de manera innecesaria y promovieron la lactancia materna desde un inicio. 

Esa sensación de pisar huevos me duró casi un mes. Todo lo que tiene que ver con Vera y Rafaella ha sido mágico.

Toda mujer debería tener la oportunidad de tener un parto de esta manera. No todas las mujeres quieren parir en su casa o en una casa de parto. Para quienes como yo, prefirieron una clínica, el tener un parto respetado debería ser algo natural. No deberíamos hablar de partos/cesáreas respetados o humanizados porque tenerlos es un derecho inherente de la madre y del bebé. 

Nacer en un ambiente de amor y respeto, es un derecho. Es nuestra bienvenida al mundo. 


* Esa sensación de quemazón que tuve se llama "aro de fuego". Leí esta publicación de Embarazo consciente, donde hablaban de aro de fuego y quise sentirlo sin tener claro qué cosa era, luego busqué. El aro de fuego no es más que el momento en que los musculos del periné se estiran a su máxima expresión y se siente ese fuego o quemazón. Señal de que el bebé está  por salir. 
Le conté a mi doctor y me escuchó incrédulo, claro, está acostumbrado a atender partos con epidural. 

martes, 18 de julio de 2017

Primeriza por segunda vez

Y aqui, nuevamente yo con las ganas de contarlo todo.
Para mi, ya sea hablar o escribir, ha sido catártico y me ha ayudado a procesar y entender las cosas que me pasan y ¿por qué no?, a sanar también.

Los humanos tendemos siempre a las comparaciones, por más que sabemos que son innecesarias y hasta dañinas, pero es imposible dejar de hacerlo.
Tuve mi segundo embarazo y siempre estuvo la necesidad de compararlo con el primero. ¿Sentiría lo mismo? ¿Se puede amar a dos hijos con la misma intensidad?.

Me enteré de que estaba embarazada un 24 de agosto del 2016, luego de desearlo mucho y así lo anuncié en el Instagram (seguro nadie se dio cuenta el porqué de ese corazón):


Todo pasó muy rápido. Alegría, miedo, ilusión, todo se juntó. Nuevamente, no fue igual que la primera vez. Yo estaba cuatro años mayor (no es mucho, pero igual los años suman), sería una segunda o segundo bebé. ¿Cómo haríamos?, pues nos abrazamos y Lucho soltó unas lagrimas (para variar). Yo me tocaba el vientre sabiendo que ahí estaba creciendo alguien y me necesitaba.

Desde ese día, solo cosas buenas pudieron pasar (hasta las malas fueron buenas a la larga). 
De mis amigas cercanas, solo Viviana (quelindavivi) era mamá de dos, así que le conté mis miedos y dudas y me dijo que era normal sentirlo, pero luego pasaría. Me quedé más tranquila.

Me puse a pensar todo lo que había ocurrido en ese mes. Había pasado todo agosto embarazada y yo ni cuenta. El 13 de agosto fue la marcha #NiUnaMenos #13A y fui junto a mi suegra, mi mamá, Doris y Rafaella. Tenía una semana de embarazo. 

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Luego de quedarme tranquila, me puse a esperar, no a que mi barriga crezca, sino a que lleguen las nauseas. Pensé que tal vez este embarazo sería diferente, pero no.  A fines de ese mes y ya por el cumpleaños de Lucho, las nauseas comenzaron de a pocos (olvidé por completo ese detalle cuando quedé embarazada) así que solo me preparé a que vengan y deseaba que no sean tan intensas (cuueccc ERROR).

Por esas fechas, a fines de agosto y con las nauseas creciendo pero aun tolerables, ocurrió una de esas primeras cosas maravillosas que pasan cuando todo confluye para tu bien y que las notas si estás atenta, muy atenta.
Compré una azalea en kokedama el 2015. Daba flores preciosas fucsias y blancas y de pronto luego de un tiempo empezó a ponerse fea, marchita y ya no daba flores. Estuvo así por meses. Yo la seguí regando, algunas veces Doris, luego siempre ella. La veía y me daba pena y quería que florezca, le hablaba, le pedía por favor y nada. 
De pronto, noto un botón pequeño que poco a poco fue creciendo y se transformó en una linda flor, la única. Desde esa vez hasta ahora no ha vuelto a dar flores. ¿No es acaso una bella coincidencia? El nacimiento de una nueva vida llena de esperanza y de cosas buenas. 



Lucho tuvo que viajar a inicios de septiembre a Chile. A su retorno, trajo el primer regalo para nuestro bebé. 

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Los días pasaban y me iba llenando de temores. ¿Cómo una mamá que ya había pasado por este trance podía sentir miedos y dudas?. Pues sí, los sentía. No quería que me ocurra lo mismo que con Rafaella.

Cuando Rafaella tuvo un año y yo ya había leído y recontra leído acerca de la crianza con apego y de los partos respetados, tenía la necesidad de aprender más y de ayudar a otras mujeres a encontrarse a si mismas y a empoderarse (palabra que no me gusta mucho por como suena, pero ese es el término). Cruzó por mi camino en esa época la oportunidad de ser doula. Dentro de la formación, tuve que contar mi experiencia de parto. Lo conté tal cual lo hice en este blog y muy orgullosa yo, creyendo haber tenido un parto de maravilla y que no sufrí de violencia obstétrica (tal vez lo sabía pero no me quería dar cuenta). Sentía una desazón cada vez que lo contaba, algo no encajaba, algo estaba mal.

Pasaron los años y seguí leyendo y a medida que leía me iba dando cuenta que lo que me ocurrió no fue por algo malo conmigo o porque mi cuerpo no respondía. A mi me asustaron, tanto que me bloqueé al punto de que eso que llaman "borrar el cuello uterino" (que tan bien estaba yendo) se pasmó al saber que mi parto se podía adelantar. Nadie me dijo que podía borrarse y dilatar hasta el último momento. Nadie me dijo que del susto ahuyenté a la oxitocina y que todo lo que me ocurría no era físico sino emocional. 
Tampoco me dijeron que el riesgo de inducción de parto era muy alto. Tampoco que las contracciones originadas por la oxitocina sintética son muy fuertes y que sí o sí demandaría una epidural. Tampoco me dijeron que la maniobra Kristeller que me practicaron está prohibida, ni que decir de la episiotomía (me la hicieron, comprendo por lo que mi doctor me explicó que en primerizas puede ser necesario, con lo que puedo estar de acuerdo, pero no me avisaron).
Nadie me dijo que podía esperar y que me distraiga, que no había problema, que mi cuerpo sabía parir y que yo podía hacerlo. 
Definitivamente necesité una doula y más que una doula, necesité creérmela. 

Estaba muy preocupada respecto a como sería este parto, no quería que me ocurra lo mismo, no quería que nada me asuste, que nada perturbe mi tranquilidad, que yo no me sabotee y termine en una cesárea. Tenía tantos miedos tontos que ya no sirve escribirlos aqui. Todos estos miedos eran por no creerme capaz, por no confiar en mi. 

Providencialmente, apareció un anuncio en facebook de un taller de doulas a cargo del Colectivo Maternar (Aivi Sissa - a quien acudí para que me ayude con el destete de Rafa-, Andrea Bettocchi y María de los Angeles Chero). 

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Fui tan feliz de verlo y lo interpreté nuevamente como una señal. Qué mejor que estar junto a otras doulas en mi proceso de embarazo. Se lo comuniqué a mi querida Nicole, una amiga colega y doula con quien también compartí mis dudas y me dijo algo que nunca olvidaré: Tu cuerpo sabe exactamente qué hacer, ya lo hizo antes. 
Bastaron esas palabras para sentirme más confiada.

Ya en el curso base, llegó el momento de contar mi historia de parto. Nuevamente iba yo a la carga a contar la maravillosa historia, cuando al concluir y luego de debatir, Aivi nos dice algo como que a veces nos engañamos a nosotras mismas y no queremos reconocer que fuimos víctimas de violencia obstétrica (ouch, directo al corazón). Solo para cerrar el capítulo Rafaella, debo decir que todo este proceso me ayudó a sanar su parto. Comprendo que lo que me ocurrió no fue mi culpa y acepto el parto como vino y agradezco que gracias a cómo fue, mi hijita llegó a este mundo. Ya no me duele. 

Ese fin de semana fue lleno de emociones. Las palabras de cada mujer que asistió, así como de las ponentes fueron muy importantes, sobre todo las de Ruro Caituiro que aun resuenan (y no solo sus palabras, sino su fuerza, su presencia, su sabiduría). Lloré mucho los días siguientes y entendí que esta hijita mía me estaba llevando por una búsqueda, la búsqueda de mi misma (y no se detiene). Fue tan necesario tenerlas cerca en ese momento porque pude recibir las palabras precisas y necesarias. 

Los meses pasaron, entre nauseas, internamientos, conversaciones, meditaciones, problemas algunos ligeros otros muy serios, navidades, año nuevo y el verano.
Me di cuenta que no le estaba dando el tiempo necesario a mi bebita, no podía conectar con ella, me estaba negando eso, ya sea por el trabajo, por el calor (fenómeno del niño) o por miedo (nuevamente). Traté de leer el libro "El vínculo afectivo con el niño que va a nacer" que me regaló mi suegra durante el embarazo de Rafa, pero la mayoría de ejercicios se tenían que cumplir con cierta frecuencia y eso me estresaba un poco. Hice algunos ejercicios y algunas meditaciones durante el embarazo según indica el libro pero muchos de ellos ya eran familiares para mi porque toda mi vida me la he pasado en un proceso largo de autoconocimiento. Si eres una persona metódica, tal vez este libro te sirva. Es un buen libro, tiene mucho material util, pero no es para mi. 

Resultado de imagen para el vinculo afectivo con el niño que va a nacer thomas verny


A falta de tiempo mamá-bebé, decidí iniciar clases de esferokinesis junto a Karine Aguirre en enero. Me relajó muchísimo. Karine es una persona fabulosa y transmite muchísima calma y empatía. Los ejercicios que hicimos, me ayudaron mucho a conectar con mi cuerpo y con mi bebé. 

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Fue necesario ese tiempo para hacer una pausa, para conversar con otras mujeres, escucharlas, ayudarlas tal vez desde lo que sé (en realidad me moría por hacerlo, se me sale, pero debo aprender también que la ayuda solo es bien recibida cuando es pedida) y para trabajar mi cuerpo. 

Pero, parece que para el universo, ese tiempo no era suficiente porque en febrero, justo un día que me reuní con Nicole en el parque, me hice un esguince en el tobillo izquierdo lo que me llevó a descansar casi por tres semanas. 



Necesité ese descanso.

Mientras, mi barriga crecía y crecía.



Aproveché ese tiempo también y los meses que quedaron para leer los libros de la lista de DONA International para convertirse en doula certificada que me compré el año pasado. Solo debo decir que le doy todo mi amor a Ina May Gaskin. Leerla me abrió los ojos, me dio mucha seguridad. Leer las historias de las madres, cómo me sentía identificada con muchas de ellas y cómo Ina entreteje, ayuda, soporta. Qué poderosa es. Toda mujer embarazada debería leerla. 



Ni bien me recuperé, volví a la esferokinesis y estuve yendo hasta una semana antes de parir. Necesitaba ese espacio de nuevo, mecerme con las esferas, confiar en mi cuerpo, relajar. 

Ya era la recta final, en pocas semanas llegaría el gran momento. Comencé a tener un poco de miedo nuevamente, el cual iba neutralizando con "afirmaciones positivas", las cuales grabé en mi celular y las oía todos los días:

- Yo se parir, mi cuerpo sabe parir
- Muchas mujeres están en trabajo de parto como yo.
- Mi cuerpo es maravilloso y está hecho para dar vida.
- Mi bebé y yo trabajamos juntas.
- Confío en mi instinto
- Soy una mujer fuerte y capaz

También acudía a Nicole cuando tenía una duda o simplemente necesitaba conversar. Ella siempre se preocupó por mi y de cuando en cuando me mandaba un mensaje para saber como estaba (long distance doula).

Quería saber cómo sería que el trabajo de parto inicie de manera espontánea. No sabía cómo era una contracción "natural". Tenía miedo a que mi hija no se posicione, pero es tan sabia la vida que desde el quinto mes, ella se puso de cabeza. Tenía miedo a tener placenta previa, pero le hablé tanto a mi placenta que solita se fue hacia arriba. Tenía tanto miedo a que mi hija no encaje, que lo hizo desde la semana 38 y supo esperar a papá que se fue de viaje los primeros días de abril. Le hablé también a ella y me escuchó porque sabía que ella y yo trabajamos juntas. Al dolor no le tuve tanto miedo, ya lo había sentido. Leí un poco acerca del parto sin dolor, a Casilda Rodrigañez, a Ina May y pensé que el dolor es mi amigo y no había porque temer.

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Llegó la semana 38. Ina May se volvió mi lectura de cabecera. Había repasado las guías del parto de pe a pa, estaba trabajando en mis afirmaciones, hacía mis ejercicios de esferokinesis, me mentalicé en que lo que me dijera mi doctor no me afectaría, si Vera tenía que nacer ese día, no importaba. Sin darme cuenta, estaba siendo mi propia doula. Confié y me abracé mucho.

No quise dejar nada pendiente, nada que perturbe mi trabajo de parto, nada que me mantenga en prodromos por una semana porque mi cabeza crea que algo me falta o tengo algo por hacer. 
Ordené mi casa, la limpié, preparé mi nido, conversé con Lucho, salí de licencia tres semanas antes de mi fecha probable de parto, me relajé.

Fui a la última clase de esferokinesis con Karine, y le comento que ya no podía hacer el ejercicio del gato, sentía dolor en la pelvis cada vez que quería llevar la cadera hacia adelante. Algo me decía que mi niñita estaba encajada. 
Dicho y hecho, al miércoles siguiente mi doctor me dijo que ya estaba encajada. Era miércoles de Semana Santa. Según él, tenía para una semana más, pero no sabía que mi hija es apuradita y así como se engendró, así quiso salir, al toque.

No le hice mucho caso, esta vez no haría caso a nadie. Mi corazón de madre sabía que se adelantaría, lo supe desde hacía varios meses. 
Ella llegó la semana 39, lloró ni bien su boca salió al exterior, ni siquiera su cuerpo terminó de salir del canal del parto. Salió abriéndose paso. Todo fue perfecto.

Sin toda esta preparación previa, tal vez no la hacía (tal vez sí, quien sabe). 
Solo se que esta bebita es mi pequeña maestra, que desde que llegó y por cómo llegó ha venido a mi y a esta familia por un motivo en particular y aunque creo saber cual es, espero que la vida me lo muestre y poder abrazarnos juntas (las tres, porque las tres estamos en esto) y celebrar lo bello y mágico de la vida. 

Solo espero que sea pronto.💗💗

miércoles, 31 de mayo de 2017

11:11

11:11 Make a wish.

Dicen que si pides un deseo a los once minutos de las once horas, tu deseo se cumplirá. Es una hora mágica, de sincronía, donde tu conciencia despierta y se abren canales de conexión con lo divino (Dios o la deidad en que creas). Claro si es que ves la hora de manera casual, algunas veces porque tu intuición es quien se da cuenta y otras veces guiada por tus ángeles diciéndote que vas por buen camino (son esos guiños de la vida). Yo quiero creer que me pasaron las dos cosas. 

Desde mayo o junio del año pasado, veía el reloj a las 11:11. Me pasó una vez, luego dos. Entonces, pensé en pedir un deseo. 
Para esas fechas, tenía un par de proyectos personales en mente. Ambos de largo aliento y que demandarían toda mi energía si se concretaban. Lo malo es que los dos no podían darse a la misma vez. Tenía que elegir uno por encima del otro y el elegido sería mi deseo. 
Finalmente elegí el "proyecto" que hoy ocupa todo mi corazón (o parte de él porque lo comparte junto con su papá y su hermana). 

Elegí embarazarme. 

Ya habíamos conversado mi esposo y yo respecto a si tener o no otro hijo. Así que me pasé casi tres meses meditando y deseando tener otro hijo. Lo quería desde el fondo de mi corazón.
A pesar de eso, no estaba segura si era lo correcto, un hijo no es un juego, demanda tiempo, dedicación y porque no decirlo, dinero.
El tener un hijo aplazaría mi otro proyecto; pero si empezaba por mi otro proyecto, el tiempo pasaría y me haría mas vieja, menos paciente y la diferencia de edades entre mis hijos sería mayor. 

Y es así que entre dudas y devaneos, entre sueños e ilusiones, entre onces y onces, llegó julio.
Ese mes mi esposo me dijo que lo intentemos, así que lo intentamos.

Embarazarme la primera vez me demoró dos años, seis monitoreos ovulatorios, seis inyecciones de hormonas y una inseminación artificial, así que pensé que esta vez sería tan difícil como la anterior. 
Lo intentamos una vez y eso trajo a nuestra mente todo lo que vivimos para traer a Rafaella, nuestra hija mayor, y nos produjo mucho stress. Casi al unísono nos dijimos que no queríamos pasar por lo mismo y decidimos dejar de buscar. 
Mi sueño se vino abajo y la ilusión que tenía también. Me dolió la decisión pero comprendí que las cosas pasan o no pasan por algún motivo.

Aqui casual, decidiendo.


El 24 de agosto, y solo para salir de dudas y saber que podía seguir con mi vida normal sin hacer daño a nadie (mentira, secretamente deseaba estar embarazada), me hice un test y salió positivo. No lo podía creer.




Era increíble. Luego de haber sufrido tanto la primera vez, luego de tantas lágrimas, luego de tanto tiempo, esta vez que dijimos ya no, PUM se hizo realidad a la primera. Mi sueño se cumplió. Vera, mi segunda hija, ya estaba en mi vientre.



Yo tengo mi propia teoría: Vera, al ver que sus padres desistieron a los tres días de intentarlo y que ya no la buscarían más, agarró viaje apenas pudo y dijo "es ahora o nunca". Ella tenía que llegar, casi de sorpresa, muy puntual ella. 

Tenía una mezcla de emociones. Una alegría inmensa pero también mucho miedo y dudas por lo que vendría. Cómo lo tomaría Rafaella?,  Cómo nos organizaríamos?, Cómo haría con las malas noches y la lactancia de nuevo?, y el parto?, tendrían que inducirme de nuevo?, y los gastos?.
Sola me cuestionaba y luego sola me consolaba porque tenía respuesta para cada pregunta, solo que necesitaba hacerlas una y otra vez. Ya había pasado por todo eso, pero aun así me sentía primeriza.

Los primeros meses no fueron simples. Al momento de decidir, olvidé por completo que sufrí de hipermesis gravidarum en mi primer embarazo y que no la pasé bien, al contrario, la pasé muy mal. En este embarazo no fue diferente. 
A pesar de eso, pasaron muchas cosas durante este periodo que me hicieron dar cuenta que "you were meant to be", querida y soñada hijita...

...y en honor a eso, debiste llamarte "Eleven", así como el personaje de "Stranger Things".  













martes, 4 de febrero de 2014

Soy un gato

El domingo, después de mucha postergación, finalmente nos decidimos a echar la primera mano de pintura blanca sobre esa pared terracota que nos acompañó desde nuestros primeros años en el departamento donde actualmente vivimos. Ya el color, si bien me gustará siempre, había cumplido su ciclo y así cómo algunos cuadros que sacaremos y algunos muebles que cambiemos de lugar, el color terracota se fue, dando paso a un lienzo blanco que no sólo iluminará mi departamento, sino que le dará nuevos aires y un aspecto distinto. 
Ayer, tocaba desocupar el librero, y viendo entre mis libros, llegué a la conclusión de que tengo varios acerca de gatos, pero hay cuatro en especial que guardo con cariño y que sin querer, están relacionados entre si.

En alguna de mis visitas a Crisol, compré un libro titulado "Alma de Gato", escrito por Ruth Berger, que recopila 78 historias entre humanos y gatos.


Alma de Gato - Ruth Berger

Dentro de todas las historias, hubo una que captó mi atención en particular y es la que habla acerca del escritor español Fernando Sánchez Dragó y de su gato Soseki. Soseki era un gato famoso en España y cuando falleció, no solo Sánchez Dragó lo lloró, El artículo "Mortal y Tigre", salió en la Sección Cultural de la edición impresa del diario español "El Mundo".
Quien tiene la dicha de vivir con un gato, sabe que tienen algo de terrenales y algo de divinos. Su sola presencia inspira y con sólo un maullido, pueden hacer que hasta el más recio delos humanos caiga rendido a sus pies. Viven rodeados de magia. 


Fernando y Soseki.


Dentro de quienes se sumaron al pésame colectivo, estuvo Antonio Burgos, escritor español creador de "Gatos sin Fronteras" y "Alegatos de Gatos". Gatos sin fronteras es otro de mis preciados libros, que si bien es de mi suegra (otra gatera empedernida), igual está en el librero para quien lo quiera leer (y ya estaba en él antes de leer el pésame).
Gatos sin fronteras, narra la historia de Remo, una gato romano y callejero que se apoderó de la vida de Antonio Burgos, tal cual lo hacen todos los gatos. Los gatos no tienen fronteras...El libro es más que tierno.

Gatos sin fronteras - Antonio Burgos

Volviendo a Soseki. Soseki debe su nombre a un escritor japonés llamado Natsume Soseki (Soseki era en realidad su seudónimo). Soseki fue autor del libro "Soy un Gato" o "Yo, el gato", dependiendo de la editorial.  Natsume Soseki, es uno de los escritores japoneses más reconocidos, que hubiera pasado desapercibido para mí si no hubiera leído el primer libro. En realidad, Alma de gato, es el libro que desencadena toda esta serie de descubrimientos.

En el año 2011 fui a la Feria del Libro de Lima, que se llevó a cabo por primera vez en Jesús María. Generalmente no voy a las ferias a buscar algo en especial, sino a ver qué encuentro. Casi a la entrada, estaba el stand de Crisol. No muy lejos de mi alcance, estaba un libro con un gato en la portada (tengo un radar desarrollado para captar elementos gatunos), me acerco y era precisamente Soy un gato, de Natsume Soseki. El libro me miraba, diciéndome, aquí estoy y te esperaba. Lo sostuve en mis manos, cual trofeo de guerra y como niña en Navidad fui a la caja a pagarlo. El libro trata acerca de la sociedad Meiji de fines de siglo XIX, comienzos del XX, vista desde los ojos de un gato. 

No es cierto que los gatos nunca se rían. Los seres humanos se equivocan al pensar que son las únicas criaturas capaces de hacerlo. Cuando me río, los orificios nasales se me ponen triangulares y la nuez me tiembla. Pero mis amos parecen no darse cuenta. 

Soy un gato - Natsume Soseki



 Tanto me gustó este libro, que una imagen de la carátula decora mi sala.

El cuarto libro, se llama "Donde los gatos meditan" de David Baird y me lo regalo Viviana, así por así y porque le dio el gusto (creo que fue porque el gato de la portada se parece a Astor) .



En realidad es un libro recopilatorio de frases célebres y fotos de gatos, que lleva precisamente a la paz, meditación y a sentirte mejor.
Dentro de las frases, no podían faltar las de Natsume Soseki, y una de ellas, tal vez la que más me gusta es un Haiku (un tipo de poesía japonesa), no sólo por su ternura, sino por su simpleza.

"La piedras del fondo
parecen mover
el agua clara"


Estos cuatro libros se encuentran entrelazados uno con el otro sin quererlo.
Los guiños que la vida me da, no sólo me sirven para confirmar que no estoy sola en este mundo, que soy parte de él y que la vida es un círculo que se mueve como el agua del Haiku y que basta con abrir los ojos para saber identificar esos guiños. La paz que se siente, es infinita. 

Y todo gracias, a unos cuantos recuerdos que almacena mi memoria y a un balde de pintura que decidió que era bueno darle uso.


martes, 31 de diciembre de 2013

Filosoráptor volador

No quería dejar pasar el último día del año sin publicar algo. 
Recuerdo cuándo inicié este blog y la finalidad de su existencia no era para contar los hecho de mi vida de manera directa, sino más bien para volcar mi afición literaria. Finalmente terminó siendo una suerte de híbrido litero-catártico que utiliza un lenguaje más bien coloquial. No me disgusta del todo, pero tampoco me llega a satisfacer. Digamos que está bien. Por eso decidí que escribiría y publicaría en él lo que me plazca y cuando me plazca. 

Todos los años nuevos, pienso en poder tener la capacidad de viajar a velocidades supersónicas y vivir el último día del año más largo. Empezaría mi día en Kiribati (un grupo de islas en en Pacífico, al norte de Australia), lugar que recibe el año nuevo por primera vez, mientras exista, claro, porqué tiene peligro de hundirse y desaparecer debido al cambio climático. También podría ir a Samoa. Están muy cerca.
Luego, enrrumbaría a Nueva Zelanda, ahí mi día ya tendría veinticinco horas. El festejo continuaría. 
De ahí viene Sidney, en Australia, para ver el espectáculo de fuegos artificiales (Me imagino qué es legal, ¿no?). Y así comenzaría a recorrer el mundo, pasando por Tokyo, Bangkok, Abu Dabi, Moscú, Atenas, Berlín, Madrid, Londrés, Río de Janeiro, Buenos Aires, Santiago, Nueva York-Cuzco (estoy en duda), Mexico DF, La Vegas, Los Ángeles, y finalizaría en Hono Lulu (comienzo con playa y termino con playa), para finalmente descansar de un día de 48 horas (si no fallan los cálculos), que por un momento me pareció un día sin fin y es por que a veces no queremos que las cosas terminen. . 

Tortugas 2011 - Foto Luis Morelli


Como suele suceder siempre, al igual que cuando empecé este blog, tenía una idea para escribir en este post y finalmente salió otra. 
Las cosas a veces no salen cómo las planeas, pueden salir aún mejor. Es mejor a veces no cargar con mochilas pesadas y simplemente dejar que la imaginación vuele, eso ayuda a dejarlas ir. Es en esos momentos cuando se tiene un segundo de lucidez y todo parece más claro y sencillo. 

Ya quiero que llegue la tarde para poder dar mi último paseo del año por el malecón y mirar ese mar infinito que con su ir y venir trae buenas cosas y se lleva todo lo malo e imaginarme que al otro lado de ese mar ya es mañana y que aún me quedan a mi algunas horas para agradecer y disfrutar viendo los últimos rayos de sol del día que se va. No hay mejor forma de despedir/recibir un año.

Tortugas 2011 - Foto: Rociolv


Tortugas 2011- Foto: Rociolv




martes, 15 de octubre de 2013

Blue Dreams in an ocean blue

La mañana es azul, como el azul del alba colándose por la ventana y envolviendo los cuerpos que duermen esperando el amanecer.
La ballerina danza en la arena, moviendo su grácil figura al compás del sonido de las olas. Un sonido evocador, insistente, sordo.
Foto: Mario Silvania. 


Soledad.

Yo bailo en la arena, moviéndome etérea al compás de las olas, girando bajo la atmósfera azul, cuando aún los cuerpos duermen. Él toma fotografías.. Yo no paro de bailar. 


Despierto en mi cuarto azul.

La música suena a lo lejos, como un eco, bajito, sin fin y vacío.









viernes, 11 de octubre de 2013

Pensamientos Embarazosos III : La Lactancia

La lactancia no tendría porqué ser engorrosa, dolorosa o estresante. Si llega a serlo, busca un grupo de apoyo. Si después de intentarlo no puedes continuar, no te sientas mal. Hiciste todo lo que pudiste. Si desde un inicio  (por X motivos) la lactancia para ti es imposible,  no es necesario culparse por ello. Busca otros medios para generar lazos de amor con tu bebé. No permitas que nadie te culpe, te dañe o te señale con el dedo por no haberlo hecho. 

Nadie nace sabiendo, aunque hay cosas que se hacen por instinto y una de ella es la lactancia.
No quiero parecer una madre modelo o una super mamá ni hacer sentir mal a nadie. Lo único que pretendo con este relato, ya que es un tema algo controvertido, es compartir mi experiencia.  De repente a alguien le sirve.
Comentaba en mi publicación anterior de la seguidilla de Pensamientos Embarazosos, que decidí por la lactancia materna exclusiva.

Primero que nada, pienso que es una decisión y como toda decisión, debes hacer lo posible para cumplirla. Si luego no puedes, al menos lo intentaste.

Leche Materna vs. Fórmula 
Yo no sabía mucho del tema y la única relación con la lactancia que tuve fue ver a mi hermana mayor alimentar a mi sobrino por casi un año y eso ocurrió hace dieciséis años.
Al no saber mucho del tema, lo primero que hice fue informarme. Esto se lo diría a cualquier futura madre. Infórmate, lee, busca en internet. Hay demasiada información del tema. Filtra lo que te convenga y desecha lo que no sirva.
A mi me ayudó mucho la página de la liga de la leche, que es una agrupación sin fines de lucro que promueve la lactancia materna a nivel mundial.
No permitas que nadie desacredite tus ganas de amamantar. Nadie tiene el derecho de decirte que la leche materna no alimenta ni que necesitarás "de todas maneras" suplementar con fórmula, ya que eso no siempre es así. No escuches a esas personas, así la primera en decírtelo sea tu madre. Aléjate de malo comentarios y busca personas que te alienten.

Si después de leer esa información, de saber lo importante que es la leche materna versus una fórmula, del vínculo hermoso que se genera entre madre e hijo, de la practicidad de amamantar (no tendrás que preparar biberones a las tres de la madrugada, solo te levantas el polo y listo), del bajo costo y que la lactancia ayuda a bajar de peso y recuperar la figura, aún quieres cortar tu producción de leche desde un inicio y dar fórmula, pues es tu decisión. Pero, por favor, toma una decisión después de informarte.

Pensaba escribir esta publicación cuando mi hija cumpliera los seis meses de vida y ya casi tiene nueve. Yo empecé proponiéndome una meta final: llegar al año, varias metas cortas: mes a mes y una meta intermedia: los seis meses, ésta era la única manera de auto estimularme y de no sentirme derrotada. Luego aprendí que hiciera lo que hiciera y pase lo que pase, no tenía porqué sentirme culpable. (Nota: Mi hija está por cumplir un año y recién me animo a publicar este relato. Al final explicaré porqué).

La primera señal de alarma, luego de empezar la lactancia, la tuve a las pocas semanas de dar a luz. Rafaella lloraba y quería estar prendida de la teta todo el día. Me dijeron que mi leche no la saciaba, que necesitaba darle fórmula y yo sólo me sentía impotente y más estresada. No quise rendirme tan fácilmente y busqué información. Lo que mi hija tenía eran las llamadas "crisis de crecimiento", que ocurren cada cierto tiempo y se manifiestan con las ganas de lactante de estar todo el día prendidos de la teta de su mamá. Ocurre que en esos días crecen, por tanto, su requerimiento de leche es mayor. Al estar todo el día lactando, le dicen al cuerpo de la madre que produzca más leche, el cuerpo lo entiendo y comienza a producir más porque la producción de leche se basa en una ley de oferta y demanda: A mayor succión, mayor producción.

Primera lección aprendida: Si le hubiera dado fórmula, mi lactancia se hubiera visto arruinada.

Segunda lección aprendida: Las crisis de crecimiento ocurren y no hay porqué alarmarse. Aprovecha esos momentos de demanda del bebé para estar con él y dormir juntos.

A los pocos días mis pezones se enrojecieron y sentía mucho dolor. Aparentemente no estaba colocando muy bien a mi hija a la hora de lactar. No llegué a sangrar, pero sí a sentir un dolor muy intenso. Eso coincidió con que una mañana despierto con un dolor muy fuerte en un seno, como punzadas y con mucha congestión, sentía muchos bultos en el seno y estaba un poco caliente. Apareció en uno de mis pezones una perla de la leche  muy dolorosa. Llamé a una consulta en lactancia y me ayudó a usar una extractora de leche para saber si mis pezones estaban obstruidos, lo cual no era el caso. Luego vio como colocaba a mi hija al momento de lactar y era evidente que lo estaba haciendo mal. Me enseñó cómo hacerlo y el dolor desapareció. Luego de eso, me dio mastitis, tomé antibióticos y continué con la lactancia. Es ideal encontrar un médico que sea pro lactancia materna, sino, te dicen que restringas la lactancia y es ahí donde vienen los problemas. La succión del bebé ayuda mucho a sanar.

Tercer lección aprendida: La colocación del bebé es fundamental para evitar lastimarse los pezones y que esto sea un pretexto para interrumpir la lactancia.

Cuarta lección aprendida: La mastitis puede ser común durante la tercera y cuarta semana de lactancia. Puedes evitarla lavándote las manos antes de amamantar y haciendo que tu bebé succione frecuentemente. No dejas la lactancia aun tomando antibióticos. 

Este es uno de los "memes" que me auto adjudicaba para no
sentirme tan agobiaba a veces. A veces es mejor reírse de uno
mismo. 
No puedo ya ironizar de la manera cómo la hacía en mis primeros días de madre en lactancia. Recuerdo sentir no tener vida. Andaba greñuda y sin tiempo para peinarme, lavarme los dientes e inclusive bañarme. Si tenía unos minutos de descanso pues los utilizaba, sin dudarlo, en dormir. Me sentía una vaca lechera, tolón tolón y durante el primer mes y los que vinieron la pasé en pijama todo el día. Al inicio me preocupaba si todo estaba en orden, limpio y pulcro, luego me relajé y mi único interés era pasar el mayor tiempo posible con mi hija. El lactante materno exclusivo no tiene horarios, puede comer cada tres, cada dos o cada hora. El día es igual que la noche hasta que su organismo se regula a su vida extra uterina y la madre por esos días sólo se dedica al bebé y el resto de cosas pasan a segundo plano. Así transcurrían mis días, sintiendo que mi cuerpo no era mío (y hasta ahora lo siento).

Salí de esos problemas iniciales, pasé el primer mes y medio y ese era el tiempo en que mi producción se estandarizaba, conocía los hábitos de mi hija  e iba perdiendo el miedo a "no tener leche". Me sentía más confiada. Era momento de armar mi banco de leche, ya que debía retornar a trabajar en pocas semanas, por lo que desde ese momento en adelante, la extractora de leche, se convirtió en mi mejor amiga.

A partir de este punto comenzaron un sin número de experiencias que guardo con mucho cariño. Armar el banco de leche fue una tarea medianamente fácil. Llegué a juntar en un mes alrededor de tres litros de leche. Luego vendría el retorno al trabajo y con ello, hacer valer mi hora de lactancia y mi hora de lactario (que en mi caso lo tuve que improvisar porque por ley no me corresponde, pero sí por sentido común).
La relación con mi extractora de leche  ha sido un "Love Story" desde ese punto hasta el momento, con sus altas y bajas. A veces la veo y siento alivio, paz, comodidad y otras angustia, fastidio, flojera y no porque sea doloroso, ni nada de eso, sino porque realmente después de casi un año de extracción, me da flojera algunas veces lavar los utensilios, armar el equipo de extracción y todo lo que implica. Por eso, Doris o Boni me ayudan lavando los utensilios. Los días que no me extraigo, me siento culpable porque no dejé suficiente leche en mi banco. Como les dije, es un "Love Story". A pesar de esto, recomiendo a toda madre trabajadora que las use, si es que no está familiarizada con la extracción manual.

Quinta Lección aprendida: La extractora de leche es una gran ayuda, sobre todo para mantener el vínculo con tu bebé mientras estás en el trabajo, continuar con la lactancia y aumentar tu producción de leche. Debes aprender a usarla y no recomendaría su uso sino hasta que la lactancia esté bien establecida, es decir, a partir del primer mes de vida, de lo contrario, podría ser perjudicial. Bien usada, siguiendo las recomendaciones del caso y recibiendo el apoyo necesario, es una excelente herramienta. Nunca la uses para estimar cuánta leche produces, ya que al extraerte leche, siempre queda un residual. La extractora nunca extraerá toda la leche de la glándula, ya que ésta es como un caño abierto de donde siempre sale leche.

Me he extraído leche en sitios comunes y en otros inimaginables:
- Una oficina vacía de mi trabajo
- El baño de mi trabajo
- Almacén de mi trabajo
- En el shower de quelindavivi
- En el matrimonio de quelindavivi
- En carros estacionados y carros en movimiento
- Hoteles de Santa Clara, Chincha y Huaral

Sin mencionar que he amamantado en otros tantos sitios públicos, por lo queda demostrado que el pudor lo perdí hace rato.

He tenido que salir de viaje fuera de Lima por motivos de trabajo hasta por cuatro días en dos oportunidades y tuve que viajar con mi extractora, mi caja de tecnopor y mis "ice gel packs". Uno de esos sitios fue Cancún y en las caseta de control del aeropuerto, me inspeccionaron misma delincuente, me abrieron la maleta e inclusive tuve que abrir uno de los "packs" para que comprueben que lo que había dentro era gel y no polvos blancos mágicos en gel. En el interín, el agente se topó con mis sostenes de maternidad, los biberones y las bombillas de extracción. Verle su cara de incomodidad fue mi pequeña venganza ante tanto maltrato.
Congelar la leche y los gel packs en los hoteles y traer la leche a Perú es otra historia y tal vez merezca otro post. No iba a desperdiciar cuatro días de leche. La leche es como oro blanco líquido y no quería botarla por el caño.
Como consecuencia de esos viajes, mi producción de leche bajó mucho, tanto así que me dio miedo que se corte. Lo que ocurre es que no existe mejor extractora que tu propio bebé y como la producción de leche funciona según oferta y demanda, tu cuerpo cree que ya no necesitas producir más leche. Los días posteriores a mis viajes, traté en lo posible que mi hija lacte lo más que pudiera para restablecer mi producción. Luego de unos cuatro días, el volumen de leche volvió a la normalidad.

Sexta Lección aprendida: A mayor succión, mayor producción. No hay dudas al respecto.

Bendiciones lácteas del Hada de la Extractora. Estas bendiciones
me fueron necesarias muchas veces.
Dentro de todo este periplo de extracciones, es necesario el apoyo de todos los que te rodean (esposo, pareja, padres, hermanos, amigas, compañeros de trabajo) porque como leyeron, no es tarea fácil. Leer este post (aunque está en inglés) me ayudó mucho en momentos en los que quería tirar la toalla.

Séptima Lección aprendida: La extracción de leche es una tarea que necesita mucha paciencia y apoyo de las personas que te rodean. Busca ayuda y soporte cuando te sientas agobiada. Recuerda que no eres la única. Hay muchas otras mamás que se sienten como tú.

Actualmente, mi hija tiene casi un año y la demanda que tiene de leche es mucho menor. Me extraigo leche una vez por día (antes eran por lo menos tres veces) y le doy leche directamente a la hora de almuerzo si puedo estar con ella, antes de dormir y durante todo la noche. Este es otro punto. El colecho me ayudó mucho a superar las amanecidas, ya que este tipo de lactantes suelen despertarse durante las noches a tomar leche, ya que lo utilizan como una manera de arrullarse. Dormir con mi hijita aminoró mi cansancio, hizo que esté más lúcida al día siguiente y que ella durmiera mejor.

Octava Lección aprendida: El colecho es beneficioso para la madre y el bebé. Si colechas, no escuches críticas ni comentarios negativos. Finalmente quienes deciden dormir con su hijo son los padres, nadie más.

Rafaella jugando con mis utensilios de extracción.
Foto: Rociolv

Como conclusión y después de haber pasado por muchas situaciones y estar cercana al primer año de Rafa, me siento más relajada respecto a este tema, aunque aún me produce un poco de aprehensión (algo muy contradictorio pero normal en mi). Quisiera no haberme presionado tanto ni haberme sentido tan agobiada otras veces. El destete aun no está en nuestros planes y si en algún momento mi médico me lo planteó, lo saqué inmediatamente de mi cabeza solo por la ansiedad que sentí. No se si Rafaella me necesita más de lo que yo a ella, pero creo que aún no estamos listas, a pesar de que hay días que ella me rechaza y no quiero decir que no me afecta porque sí lo hace.

El motivo por el cual esperé tanto en escribir este post, es precisamente por que después de todo este tiempo, mi manera de ver la lactancia ha cambiado. Después de leer innumerables foros, con testimonios de diversas mujeres de varios países, hizo que entienda que cada experiencia es única,  pero que hay un sólo motivo que nos mueve, el amor por nuestros hijos y las ganas de hacer las cosas lo mejor posible. Cada una de estas madres merece respeto y apoyo.

Existe aun mucha ignorancia en el tema y poco soporte a las madres que queremos entrar en esta carrera de largo aliento. Aún me siento criticada y observada, como si alguien estuviera esperando a que cometa el menor error para decirme: "era más fácil darle fórmula", en un ánimo de no sentir su modo de crianza criticado con mi actitud "lactivista". También, precisamente para no ofender a nadie y que nadie salga herido, he tratado de cuidar todas y cada una de las palabras y expresiones que he utilizado en este post.
Sigo creyendo que es una decisión, por tanto, nada de lo que he hecho es un sacrificio. Creo que lo que las madres hacemos no son sacrificios, son solo acciones que nos tocan. Si decido ser madre, decido criar a una persona y quitar de mi vida ciertas actitudes e incluir otras que beneficiarán mi maternidad. Si elijo la lactancia, pues me toca pasar por todo lo que arriba cuento, y lo hago con cariño y pensando que es lo mejor para ella.
La siguiente vez trataría de sentirme más libre y de no ponerme metas, tal vez sienta menos miedo, o mis temores en el siguiente sean los mismos. Eso ahora no lo sé. Tuve suerte de encontrar apoyo en mi Boni, mi esposo, el principal apoyo en toda esta aventura y el mejor padre que pude darle a mi hija. Él aprendió a descongelar la leche y darle el biberón a Rafaella y se sopló las malas noches mientras yo estaba de viaje. No mencionarlo en este post sería injusto.

Por lo pronto, a pesar de dormir poco, todas las noches Rafita y yo tenemos una cita. El mejor momento del día es cuando las dos estamos en pijamas y echadas en la cama, ella tomando su leche y yo viéndola y descansando. A veces nos quedamos dormidas juntas, a veces ella se queda despierta un rato más, jugando o "conversando" conmigo. Duermo en una ranura de mi cama, ella se ocupa todo el espacio, a veces me tira patadas o manazos. Nuestra vida cambió a raíz de ella, pero esta vida no la cambiamos por nada.


Si te perdiste los anteriores:

Pensamientos Embarazosos I: Embarazo
Pensamientos Embarazosos II: El Parto