¿Qué es esto?


La vida es un cambio constante, solo queda adaptarte.



lunes, 13 de mayo de 2013

Along came Astor

Foto: Rociolv

Llegó a mi casa una noche de invierno, un viernes, con la sorpresa de quien nada espera, solo un fin de semana de descanso. Allí estaba él, con sus cuatrocientos gramos a cuestas y aun con los pelos de barriga de su mamá, asustado, tembloroso y con muchas dudas acerca de su nuevo paradero. Lo vi y fue amor a primera vista. Boni lo tenía escondido en el cuarto de Lita y sólo lo llevó conmigo cuando estuvo seguro de que yo no sospechaba nada. Allí estaba, blanco y negro como lo había visto en las fotos, tan indefenso y aturdido, apenas cabía en mis manos. Olía aun a recién nacido, pero estaba sucio porque el lugar de donde venía no era el más pulcro para un ser tan tierno y delicado como él. Lo adoré desde el principio y lo besé como al amor de mi vida.
Nos dirigimos rápidamente a la clínica veterinaria a buscar todo lo necesario para él; comida, arena, litera y espuma para baño en seco. Estaba listo para pasar la primera noche en casa.


Esa noche sería el inicio de una vida al servicio de un felino enano quien de manera muy fina y sutil hizo que dos humanos adultos sean nombrados sus fieles súbditos y sirvientes. Nuestra cama ya no fue nuestra sino suya; poco a poco fuimos desplazados a un rincón mientras el Rey Rojo tomaba posesión de su trono en la almohada desde donde nos obligaba a rendirle pleitesía, a llevarlo a su litera y luego limpiarle el poto a las tres de la madrugada. Hizo que padre y madre nos desveláramos por él con un solo maullido, poniendo atención en no aplastarlo mientras dormíamos.

El Rey Rojo era exigente e indiferente y sus padres respondíamos a esa indiferencia con mayor devoción y amor, esperando que tal vez de esa manera se digne dirigirnos una mirada.


Foto: Rocíolv
Los días pasaban y el Rey Rojo parecía ablandarse, pero como todo monarca, su graciosa majestad sabía dosificar sus momentos de atención hacia sus plebeyos padres.
Era ya casi una costumbre saludar a Boni por las mañanas con un trompazo en la nariz.
Subía por su pecho y acercaba su hocico a la cara de Boni, quien respondía con una caricia en su lomo y eso bastaba para que el chino se baje de la cama y le de un colazo en la cara, ignorándolo de nuevo como respuesta a su atrevimiento.

Conmigo él era más benevolente. Debido a mi insistencia, lo cargaba cada que vez que llegaba a la casa y él aparentemente emocionado me recibía dándome besos o mejor dicho lengüetazos en la cara. Poco duraba mi emoción ya que ni bien terminaba de saludarme, se escurría de mis brazos y volvía al piso. Esta rutina se repite todos los días.

Reycito Rojo vive en su mundo paralelo donde una bolsa parece ser el juguete más preciado y entretenido, donde el televisor es el lugar más caliente donde dormir por las tardes, donde una polilla es ideal para perseguirla y correr por toda la casa, donde el planchador puede ser el trono elegido por un Rey que no necesita de corona para serlo y donde mis brazos son el lugar ideal para afilar las garras y los colmillos, dejándome luego cual Cristo en Viernes Santo.

Reycito Rojo sigue buscando el menor rayo de sol para calentarse a pesar de ser otoño y por las mañanas olvida su linaje de sangre azul, desciende al llano y me despierta con su patita para pedirme que lo deje entrar entre las sábanas y acurrucarse entre mis piernas para seguir durmiendo caliente.

Foto: Rociolv

Desde que llegó Astor, mi vida no es la misma. Debo confesar que acepté de manera estoica las disposiciones del monarca que me obliga a darle de comer la mejor comida que existe y a estar pendiente de todos sus arrebatos, como por ejemplo dejarlo mirarme mientras me baño, solo porque le gusta el sonido del agua. Él a cambio me da una lamida cada vez que lo cargo y posa para cada foto que suelo tomarle, ya que como sus ancestro monarcas europeos, es un poco exhibicionista y fisgón.

Ahora está a mi lado, mirándome celoso, como cada vez que tengo la osadía de ignorarlo o cambiarlo por la laptop y el celular. Lo miro fijamente y trato de tocarlo, él se deja y cierra los ojos mientras lo acaricio y le rasco la cabeza Abre su hocico y me da un mordisquito. Después de todo, su alteza sí me quiere.

Lima, 2009

4 comentarios:

  1. Que churro!!!!
    Oye y una pregunta... cero problemas con Astor durante tu embarazo? Por lo que dicen que la toxoplasmosis y todo esa cuestión...

    Un besote!

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    1. Un bello es mi Astor!! No hubo problemas durante el embarazo. Las probabilidades que Astor me contagie son nulas. Si algunas vez tuvo toxoplasmosis, debió ser en el 2009, cuando llegó a la casa y ahi (de haberlo tenido) yo me hice inmune. Te infectas sólo una vez en tu vida y te haces resistente. El gato elimina el parásito solo una vez en su vida y por 15 días. Te podrías contagiar por tener contacto con las heces y luego llevarte las manos a la boca. Existen mayores probabilidades de infectarte si comes verduras crudas lavadas con agua contaminada o carne cruda (de gato). Asi, que alguna vez en mi vida me infecté, ya soy inmune y por eso no hay problema. Lo grave está cuando te infectas en el primer tercio del embarazo. Como precaución, lávate "prolijamente" las manos luego de limpiar la caja de Ekaterina Asi que todo tranqui!!!

      Besos!

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  2. Deja de colgar cosas antiguas y actualiza tus relatos!!!! 2009... Tsssss

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    1. jajaja, publicado el 2013, escrito el 2009. Tengo como 3 posts en mente, pero estos días he estado fuuuul.

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